So real, I could feel it. In his arms, I smelt his scent, actually felt his dreadlocks and his beard grazing my cheeks. We were tight as one, moving in one move, breathing each other's breath. You don't know how comfortable I was, I've never even imagined such a pleasant moment with whoever. And there it was. Happening. Resting innocently in his company, so real and touchable... but, suddenly it vanished... you know, I'm only sleeping.
miércoles, 28 de enero de 2009
Somewhere
Ahí. En el solo de la guitarra, saltaron todos desaforados. Cual monos furiosos, gritando y rozando sus cuerpos transpirados. Moviéndose al ritmo de la música, dejándose llevar y sintiendo las vibraciones en las entrañas.
Los miraba desde arriba y le costaba creer que sus dedos estaban generando esa reacción en la masa de gente, que se asemejaba a una marea. La sensación superaba la adrenalina, iba más lejos que la euforia. Nunca le había pasado, pero, en el fondo, sospechaba que eso era lo más cercano a la plenitud que había experimentado jamás. Cuanto más los veía agitarse, más disfrutaba de ese instante que se escurría como arena entre las manos.
No podía dejar de pensar en los acordes que seguían, tampoco podía evitar dejarse llevar por la excitación y el movimiento que le provocaba la música, su música. Las luces irradiaban calor, el ardor de los presentes subía la temperatura y su propia fiebre corporal, lo hacían sudar como si estuviera bajo el rayo de un sol despiadado.
Pero apenas concluyó y se unió al ritmo uniforme de la banda, el éxtasis que lo había embriagado fue reduciéndose gradualmente. Tras exhalar una bocanada de aire y cerrar los ojos, supo que era ése y no otro su lugar en el mundo. Ahí.
Los miraba desde arriba y le costaba creer que sus dedos estaban generando esa reacción en la masa de gente, que se asemejaba a una marea. La sensación superaba la adrenalina, iba más lejos que la euforia. Nunca le había pasado, pero, en el fondo, sospechaba que eso era lo más cercano a la plenitud que había experimentado jamás. Cuanto más los veía agitarse, más disfrutaba de ese instante que se escurría como arena entre las manos.
No podía dejar de pensar en los acordes que seguían, tampoco podía evitar dejarse llevar por la excitación y el movimiento que le provocaba la música, su música. Las luces irradiaban calor, el ardor de los presentes subía la temperatura y su propia fiebre corporal, lo hacían sudar como si estuviera bajo el rayo de un sol despiadado.
Pero apenas concluyó y se unió al ritmo uniforme de la banda, el éxtasis que lo había embriagado fue reduciéndose gradualmente. Tras exhalar una bocanada de aire y cerrar los ojos, supo que era ése y no otro su lugar en el mundo. Ahí.
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