Resulta que la mina está en la parada del bondi a la madrugada y recibe un llamado en su celular. Figura como "privado" y se le cruzan en la mente mil posibilidades de potenciales remitentes de esa llamada. Pero no. Es Juan. "Digo, Alejandro". ¿Para qué llama? Está muy ebrio y le dice que quiere hablar con ella. "¿De dónde sacaste mi número?". No va a responder. No puede. No quiere. No sabe. No se acuerda.
Qué patética es su vida que a sus 50 años está en un bar, solo, tomando vaya uno a saber qué y llamando a una completa desconocida -muchísimo menor que él- de la empresa en la que trabaja.
"¿Qué querés? No me llames más". Ella no sabe que quizá esa voz al otro lado del tubo sea su única compañía hasta mañana. O hasta pasado. O hasta el lunes, cuando vuelva a la oficina y alguien le dirija la palabra, solamente para darle las llaves de la camioneta de cadetería
Qué patética es su vida que a sus 50 años está en un bar, solo, tomando vaya uno a saber qué y llamando a una completa desconocida -muchísimo menor que él- de la empresa en la que trabaja.
"¿Qué querés? No me llames más". Ella no sabe que quizá esa voz al otro lado del tubo sea su única compañía hasta mañana. O hasta pasado. O hasta el lunes, cuando vuelva a la oficina y alguien le dirija la palabra, solamente para darle las llaves de la camioneta de cadetería
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